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Una sesión de Reiki puede durar aproximadamente cuarenta y cinco minutos a una hora el paciente permanecerá acostado en una camilla, descalzo y vestido. Durante la sesión se utiliza música suave y aromas como incienso o esencias (aromaterapia).
Se colocan las manos sobre una serie de ubicaciones en el cuerpo llamados chakras y la Energía Reiki fluye. Durante un tratamiento, se siente una relajación profunda, una gran sensación de paz.
Muchas personas se quedan dormidas, cosa que no influye para nada en el resultado final, algunas siente un cosquilleo, calor o frío en diferentes partes del cuerpo según fluye la energía, otras personas ven colores, experimentan una sensación de “flotar” o sienten emociones que salen a la superficie y otras no sienten nada y no por ello el Reiki no está funcionando. Se pueden hacer sesiones individuales para obtener una profunda relajación y sensación de bienestar momentáneo o bien el tratamiento de cuatro sesiones donde se trabaja más a fondo para sacar al paciente de algún estado de desarmonía. Al finalizar éste tratamiento se podrán tomar sesiones individuales con la frecuencia que el paciente necesite.
Se aumentan tu energía y tus ánimos, dándote un punto de vista más positivo sobre la vida. Situaciones anteriores de estrés parecen no preocuparte como antes. Cada persona responde al tratamiento de una manera distinta. Se debe realizar un tratamiento de varias sesiones donde la persona se limpia a fondo de los bloqueos. Cuanto mas largo sea un tratamiento de Reiki más completos y duraderos serán sus efectos. Una sesión por ejemplo, actúa sobre las consecuencias y resuelve problemas puntuales. Por el contrario, el Reiki aplicado planificadamente y sin prisas se orienta hacia la causa de los males y armoniza al individuo y su globalidad.
En estos casos el agravamiento aparente remitirá al cabo de dos o tres días pero suele ser conveniente realizar mas sesiones. Además hay que tener en cuenta que un tratamiento integral afecta al
conjunto del cuerpo, mente y espíritu. Alguien puede visitar a un reikista para curarse de una dolencia y al final del tratamiento haber cambiado totalmente de comportamiento, de modo de pensar o de forma de relacionarse con los demás. Esto se debe al reequilibrio emocional y mental que Reiki produce.
Toda metamorfosis implica cierto grado de sufrimiento. Mediante el Reiki se reviven acontecimientos pasados que muchas veces son desagradables y producen sentimiento de angustia, miedo, abandono o rechazo. Manifestar las emociones es necesario para limpiar el alma y liberarla energéticamente pero da lugar a esas crisis emocionales que llamamos “catarsis”. Cuando la energía desencadena estos fenómenos traumáticos también conocidos por los reikista como “removidas”, el paciente no debe asustarse y abandonar la sesión sino por el contrario, reafirmar su confianza en el poder del Reiki.
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